Ya no es extraño hoy en día ver "cuanto sabe una persona" sobre cientos de cosas. El acceso masivo a decenas (no miles) de fuentes de información nos ilustra de muchos sucesos o historias. Ya no existe frontera entre la fuente "oficial" (como la prensa o un funcionario) de la "no oficial (el blog del soldado que narra sus desvivencias en un frente de batalla, o las grabaciones subidas a Youtube por parte de personas anónimas que están presenciado una golpiza policial). Ya el mismo Manuel Castells sugería que las redes nos han liberado de las distancias (ver este
post para ampliar este punto), con lo cual el acceso a la información no solamente es pasivo sino que genera acciones inmediatas.
De todo esto una cosa es clara, DEBEMOS estar informados, pero dentro de lo que son las nuevas tecnologías. Digo esto pues muchas personas se sienten informadas bastándoles la conversación con un amigo o amiga. Por ende no me refiero a las personas que llevan una aparente vida normal y tradicional alejada del ciberespacio, e incluso alejadas de la televisión, sino a los nuevos "normales" (me incluyo) que estamos conectados desde nuestro móvil a "lo que pasa" en Facebook, o esperamos un SMS para saber algo o lo que sea. Esta nueva forma de comunicación nos abre nuevas posibilidades de estar informado, sin necesidad de interactuar con personas. La amplitud de información que tenemos ahora nos acerca a nuevos mundos y nos abre a nuevas posiblidades de mundos (tal como dicen Spinosa, Flores y Dreyfus). Así ahora podemos tanto ver el blog de un quinceañero o quinceañera que comparte sus sensaciones de la madurez que vive, como las recetas de un pueblo de la Amazonia que gracias a una señal satelital difunde su cultura gastronómica al mundo. Cualquier persona que pueda ver todo esto y conocerlo, obviamente está ante la posibilidad de cambiar todo su entramado mental y generar nuevas posbilidades de ideas, pensamientos y reflexiones.
Pero no siempre es así. Vemos ahora que somos "expertos" en muchas cosas. ¿Os habeis fijado cuantas personas hablan de muchos temas? Pero rara vez estas conversaciones dan lugar a otros beneficios más que el simple hecho de tener un tema de conversación -algo por lo demás en muchos casos placentero-. Esto produce una duda: ¿para qué estar accediendo a tanta información?
Si el conocimiento es la información proyectada en el tiempo, hacia el futuro, vemos que siempre ha habido conocimiento sin importar cuanta información se manejaba. Nuestros antepasados no tenían internet y no sufrían tanto, más bien con la información a mano en esa época muchos avances científicos -por ejemplo- se hicieron sin internet. Si es cierto, ahora con Internet se posibilitan cambios de impacto mayor si es bien utilizada y bien gestionada y comprendida (en este
post "La gestión del conocimiento ... ideas sobre su naturaleza como oximorón conceptual, la imperiosa necesidad de gestionar el conocimiento y algunos consejos al gestor de conocimiento" de Febrero 7 del 2010, se introduce la complejidad de esta tarea) ... por ejemplo:
- Procesos de investigación. Ha quedado demostrado que el proceso de "desencriptación" del código del ADN se acortó en varios años gracias a los intercambios de información entre los cientificos a través de Internet. Al producirse un intercambio de información más fluido, masivo y 'online', se reducían los procesos de aclaración y de contrastación de resultados, con lo cual se conseguía un conocimiento, primero conseguido más rápido y segundo, más preciso de qué hacer a continuación en el siguiente paso de la investigacion en curso.
- Procesos políticos. En el gobierno del presidente chileno Sebastían Piñera, se dio el caso de qué, gracias a políticas liberales, una empresa instalaría una planta en una zona protegida ambientalmente. La ciudadanía se movilizó a través de Internet para que esto no ocurriera y finalmente el gobierno impidió instalar la planta y se han cambiado políticas al respecto para fortalecer la protección medioambiental. Aquí vemos que el sentir de la ciudadanía produjo un alto flujo de información que fue tomado por el gobierno chileno y convertido en un conocimiento claro de cual debe ser el camino a seguir a futuro con estas medidas y actuaciones.
En ambos casos vemos ahora con más claridad que el conocimiento es informacion proyectada en el tiempo. Pero estos ejemplos son cada vez más y más frecuentes.
El simple hecho de que ahora es más sencillo conseguir información y tenemos mayores posibilidades de generar conocimiento, nos motiva a afirmar que el conocimiento está llegando o llegará a ser un commodity real y tangible. Ya el tiempo dirá si el manejo que se haga de este "commodity" lo convertirá en un bien duradero o sólo será un bien perecedero y depreciable.
Esta
"commoditizacion" del conocimiento ratifica al conocimiento como un activo, pero esto mismo en un sentido económico tradicional lo banaliza. Es como decir que cuando algo se masifica ya no interesa tanto y pierde valor económico, ya no es novedad. Por suerte con el conocimiento esto no sigue tanto estas reglas. Cuando se "commoditiza" el conocimiento éste adquiere un precio especial -como es normal- pues se valoriza, pero no se masifica como un bien cualquiera, pues el conocimiento es un bien "de alguien" que puede llegar a ser identificable (de hecho debe ser identificable) o de un grupo de personas reconocibles (cuando se trata de un conocimiento surgido de manera colectiva o por una sucesión de evoluciones de ideas).
Por esta razón, el
conocimiento es un activo intelectual, donde la palabra intelectual nos remite al intelecto de alguien el cual siempre es individual, único e intransferible. Lo único eso sí es que la valorización a nivel de conocimiento se da en dos esferas, el individual y el social. A nivel individual cada persona valoriza "lo que sabe" y a nivel social el entorno decide si "lo que sabe alguien" es valorizable. Cuando se trata de un bien tangible, predomina más el nivel social, cuando se trata de conocimiento, ambos niveles co-existen.
Las organizaciones deben reforzar sus mecanismos (
i) de identificación de fuentes de conocimiento y (
ii) de valorización tanto del conocimiento como de la fuente. No podemos negar la dificultad de esta identificación y valorización. Al ser el conocimiento un bien y un activo personal de cada persona pero compartido y regenerado en el espacio de las relaciones con "el otro" en lo social (en términos de la "
filogénesis y ontogénesis" expuesto por
Humberto Maturana), dificulta por un lado comprender la naturaleza de las fuentes y la relación de valor que les damos a ellas y, por otro lado, hace complejo valorizar el conocimiento pues depende de la red cognitiva que manejamos y que en suma nos permite proyectar la utilidad del conocimiento en el tiempo.
No obstante, se recalca, esta dificultad no es un limitante al momento de pensar el conocimiento como un commodity pues realmente es cada vez más sencillo hoy en día producir conocimiento. Eso sí, es importante tener claro que se hace necesario repensar las relaciones entre las personas, el conocimiento y los sistemas, ya que requerirá importar e imponer capacidades especiales en las personas. Como se dijo anteriormente, la commoditización del conocimiento es manifiesta, pero su sosteniblidad en el tiempo y que no haga al conocimiento perecedero y depreciable dependerá de si somos capaces de aportar, promover o desarrollar capacidades en las personas que permitan hacer sostenible la generación continua de conocimiento que en suma será el indicador real de la sostenibilidad de su commoditización. Y, con esto, sólo basta aclarar que lo que se commoditiza no es el conocimiento, sino el proceso, otra cosa es que al menos yo veo conocimiento y proceso como un todo.