La verdad que son y han demostrado ser excelentes instrumentos de ordenación del pensamiento estratégico. Definir misión y visión realmente dan un sentido ordenador y rector a las acciones organizacionales y más aún, como dice la teoría y la práctica, permite "alinear" estrategias en función de esta ensoñación de lo que queremos sea una organización (la visión) y una previsión de cómo debería operar la organización (la misión).
La propia práctica ha mostrado que misión y visión se reducen a sentencias que profesan y repiten empleados con el fin de creerlas, interiorizarlas y asimilarlas. Su empatía con estas sentencias muchas veces va más ligada a cumplir con la línea organizacional que otra cosa. Pero funciona.
Esta misma practica muestra que es mejor tener un mantra que complete a la misión y la visión o incluso puede reemplazarlas. Por mantra se entenderá la repetición de una palabra para aumentar la concentración y dependiendo de la vibración la palabra puede tener significado, y si se asocia a una intención mental se producen resultados.
¿Pero porqué interesa esto del mantra? Pues porque permite centrarse en la reflexión y en la inflexión del sentido que una sentencia de misión y visión tiene. Pero esto no significa repetir la misión y/o la visión, sino de construir un mantra que les aglutine o simplemente les reemplace.
En términos metodológicos el ejercicio del mantra permite -como se dijo- sentir la esencia del sentido de una organización y, al mismo tiempo, transmitir a los clientes y consumidores el sentido auténtico de lo que se desea transmitir. Esto aumenta el sentido de poseer un mantra, pues su repetición organizacional produce las vibraciones necesarias y suficientes para que todos en la organización se acuerden de los motivos por los cuales la organización existe, ellos son parte de una organización y lo que hay satisfacer a nivel de necesidades en cada persona que consume productos y/o servicios.
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