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Se habla mucho de que los estudios e-learning en particular, estudios sin distancias en general, son tremendamente exitosos, o al menos una gran alternativa y nada menos que mejor a los estudios presenciales tradicionales. Es más, pareciera que la formación tradicional presencial y monolítica del profesor al estudiante fuera un fracaso histórico y hay que derrumbarla. Es cierto, la formación tradicional debe mejorarse y notoriamente, pero no olvidemos que gracias a ella muchas generaciones de personas han salido adelante y muchas otras han quedado postradas en fracasos educacionales. Y, cuidado, una cosa es el trabajo presencial de la formación y otra el carácter monolítico de la educación.
Lo cierto es que e-learning cuando aparece, parece ser la panacea a toda esta problemática, pero las evidencias muestran que lo más que se ha conseguido es automatizar la educación, hacer cursos más masivos y con costes reducidos, y fortalecer la unidireccionalidad del profesor al estudiante. Son pocas las variaciones al respecto desde que las TIC irrumpieron en la educación. Pero este post no hurgará en las bondades y maldades de uno u otro tipo de formación, sino en que desde un punto de vista metodológico, nada podemos decir frente a los hechos de si e-learning es o no mejor que otro método de formación. Esto ocurre porque todos los estudios miden la eficiencia del proceso y claramente cualquier proceso apoyado en TIC será más eficiente con relación a su versión sin-TIC, pero ¿donde queda la eficacia y la efectividad ganada? Aquí procuraremos ayudar a saber qué debemos medir.
Para saber si una formación e-learning es mejor que otra, hay que observar, medir y evaluar, pero el primer problema que surge es que no hay mucho tiempo para hacerlo. Para medir, por ejemplo, el beneficio de e-learning en un grupo de estudiantes, hay que esperar que pase un tiempo, que los estudiantes se estabilicen en el mercado laboral y apliquen lo aprendido. Pero cuando esto ocurra pueden haber pasado muchos años, o incluso pueden haber cambiado las teorías formativas con que fueron formados y ya no interesa observar resultados.
Es frecuente en estos estudios realizar muestra entre grupos de estudiantes, encuestas para conocer su satisfacción, o simplemente que digan si están contentos con el uso de las TIC en su formación. Según Matute y Valillo (2012), siempre estos estudios son positivos pues los estudiantes se sienten más "eficaces, acompañados o interesados". Es claro que en un estudio e-learning si se revisan los foros se puede detectar si hay o no más eficacia en el estudio, interés en los temas, o acompañamiento académico, pero es cierto que en un foro no participan todos los estudiantes y no necesariamente se expresan las opiniones reales por temor a quedar en evidencia alguna postura personal. Los mismos Matute y Valillo sugieren utilizar técnicas experimentales adecuadas y medir las variables dependientes más importantes para confirmar "la contribución al proceso de aprendizaje". Pero esto implica introducir el hábito de medir -por ejemplo- los foros, manejar herramientas adecuadas que permitan identificar comportamientos, y ... mucha paciencia para hacerlo.
En fin, estas cuestiones llevan a definir categorías de cuestiones que deben considerarse y que su revisión muestra lo lejos que puede estarse aún de estudios contundentes sobre el impacto del e-learning sobre la formación tradicional o mejor dicho, la presencial.
- Categoría 1: Las preguntas evitadas. En los estudios sobre e-learning suelen evitarse o no considerarse preguntas tendientes a saber el potencial de los resultados del e-learning. La literatura muestra que aún no se responde de manera categórica preguntas cómo: "¿se ha aprendido más?", "¿se obtienen mejores calificaciones?", "¿los estudiantes e-learning tienen más capacidades?", "¿el conocimiento adquirido se ha interiorizado más?", "¿se ha incrementado la eficiencia y eficacia del proceso de estudio?", etc.
Superado el hecho de que no nos formulamos preguntas que validen los resultados, o que en realidad estamos ante preguntas cuyas respuestas demandan esfuerzos que es costoso asumir, aparecen las cuestiones relativas a los mitos. Esto define una nueva categoría.
- Categoría 2: Los mitos populares. Los mitos tienen que ver con las creencias surgidas al alero del e-learning.
- Mito 1. Se dice que cuando más se discute es mejor el aprendizaje. Por eso suelen promoverse los trabajos en equipos o en proyecto, o debates donde los estudiantes presentan sus trabajos a otros estudiantes. La evidencia muestra que se resuelven muchas dudas y los profesores detectan vacíos en la formación. A nivel de e-learning se cree que si se motiva a participar en foros, incluso muchos foros, los estudiantes opinan más y aprenden, pero la misma evidencia muestra que conforme un curso avanza aparece cansancio en los estudiantes y van participando menos, incluso la extensión de las aportaciones decae. Esto, por ejemplo ya se observaba en los LMS (Learning Management Systems) y ahora en los cursos MOOC (Massive Online Open Courses). La evidencia muestra que, ojo, quienes participan, dicen que se ha enriquecido su aprendizaje porque han visto más opiniones, pero no hay pruebas de que se haya aprendido más o se hayan conseguido niveles más elaborados de manejo de conceptos, pero si hay más variedad informacional.
- Mito 2. Se dice que mientras más medios visuales se añadan es mejor. Siempre se critica que leer sólo un libro es aburrido, poco variado y por ende poco pedagógico. Se asume que si hay más recursos en uso, el aprendizaje será más completo y mucho mejor. Pero se ha resuelto este asunto añadiendo videos, simulaciones, juegos, más textos con muchas imágenes, fotografías. La evidencia ha mostrado que se produce una sobrecarga cognitiva que varía en intensidad según cada persona. Hay personas que aprenden con un texto y otras con muchos, o hay personas que precisan una definición y otras una imagen. Así de simple.
- Mito 3. A mayor cantidad de información anidada o hipervinculada, se aprende más. Se cree que si en un texto en Internet los conceptos se hipervinculan a otros links o recursos, el estudiante puede ilustrarse más. Quienes hayan vivido esta experiencia saben que cuando uno hace click a un recurso, se salta y se sigue saltando y navegando. En un proceso de estudio, implica ir y volver al texto original, y, como se puede intuir, esto añade complejidad, introduce variedad innecesaria y simplemente aumenta la cantidad de contenido a estudiar. Al final, hay nuevamente una sobrecarga pero aparece la incertidumbre de estar continuamente recordando hasta donde "leer". Al final, el profesor podría tener control sobre los primeros hipervínculos pero no sobre los siguientes a los cuales acceda el estudiante. Y hay otra cosa, según cada persona, la necesidad de "ir" por más información varía, mientras unos querrán textos autocontenidos, otros si querrán buscar más y más información.
- Mito 4. La conexión universal permite estar cómodos estudiando, donde sea. Esto que a simple vista parece un sueño, varía en cada persona. Hay personas que precisan un espacio para estudiar, y otros podrán aprender incluso viendo televisión o abriendo 10 ventanas más en su computador. Lo que importa es que cada persona cuente con más o menos elementos que refuercen su concentración y reduzcan su potencial de distracción no educativo. Sobre lo último, me refiero a que hay personas que requieren distraerse "un poco" cada cierto tiempo, pero no quiere decir que hay que llenarles la formación con distracciones o medios con muchos distractores. Lo que importa es que exista concentración.
Planteadas las preguntas olvidadas y los mitos, podría sugerirse una tercera. La de los prejuicios positivos sobre el e-learning.
- Categoría 3. Porque somos modernos. Cuando se hacen muestreos, es normal que los estudiantes digan que las TIC son positivas. Esto se sabe de antemano pues ya muchos estudiantes viven con ellas, y realizar experiencias sin ellas les hes extraño, anormal, o amorfo en sus relaciones diarias. Además, cuando se realizan estudios con dos grupos objetivos, el que usa TIC y el que no usa TIC, claramente los estudiantes de este último se sentirán extraños si no usan las TIC pues "han nacido" con ellas, ya no hay personas en calidad de estudiantes que no se hayan criado sin las TIC. Estos estudios nos suelen considerar variables como el tecnostress que afecta a personas adultas pero también a estudiantes jovenes hiperconectados o e-xcluidos. En síntesis, es muy difícil realizar pruebas concretas que permitan comparar estudios tradicionales con estudios e-learning, quizás sea mejor comparar estrategias e-learning entre sí, o comparar usos de las TIC para potenciar más o menos el aprendizaje. Además, en estos estudios no suelen darse opiniones malas sobre el uso de las TIC, y suelen darse opiniones poco favorables a no usar las TIC, pues no usar las las TIC es ser poco moderno, por tanto existe un juicio social previo.
Para los metodólogos añado esta categoría cuarta.
- Categoría 4. Tenemos instrumentos para medir la formación e-learning. Aunque suene raro, cuando nos preguntamos ¿e-learning es mejor que la formación tradicional? hay algo que asumimos, y es que tenemos un patrón de medida, un punto de partida. Por ejemplo, con esta pregunta, si vamos a un curso presencial siempre vemos que funciona, pero luego decimos que con TIC sería mejor, pero ¿en qué? Aquí entra en juego alguna teoría subyacente, es decir, probaremos con relación a algo, no a la opinión de estudiantes criados con las TIC. Y aquí vemos que siempre comprobamos contra teorías usadas en evaluaciones presenciales, o sea, no fueron diseñadas ni surgieron de experiencias e-learning, por lo tanto ¿son válidas? Aparte, hay teorías nuevas, pero probándose o muy jóvenes, por tanto a veces no medimos si e-learning es mejor o peor que otra formación, sino que se está validando una teoría. Y, por si fuera poco, hay tanta literatura que aún no está condensada.
Llegados a este punto, ¿porqué entonces e-learning está en uso? Bueno, porque abrió nuevas opciones de docencia, pero se está probando. Y si es cierto hay prácticas exitosas y bastamente probadas, pero luego no hay expertos capaces de ponerlas en marcha y llevarlas a resultados exitosos en términos de eficacia y efectividad. Y algo más, e-learning permite pensar en que aún podemos mejorar la docencia y hacer la educación global, y ahí está el gran aporte del e-learning y el porque apostamos por usarle.
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Matute, Helena; y, Valillo, Angel. (2012). Psicología de las nuevas tecnologías. De la adicción a Internet a la convivencia con robots. Editorial SINTESIS. 223 pp.