En este post planteo que la
idea de Gobierno Electrónico debe renovarse.
Propongo que el concepto debe referirse a escenarios presentes donde el origen tecnológico del término requiere incluir, o más bien madurar hacia un estado de consolidación que integre aspectos de gestión, ciudadanía y globalización.
Así que, jugando con las letras y las ideas, propongo que la sigla egov se entienda de la siguiente manera:
- e : eficiencia / eficacia / efectividad
- g : gobernanza y gobernabilidad
- o : openess / apertura
- v : VUCA
What You Should Do To Build a Functional E-government - Estonia - (subtitulado en inglés 13:18')
Un Gobierno Electrónico
entendido como una unidad gestora de recursos debe procurar eficiencia,
eficacia y efectividad en su propio proceder y en el manejo de los recursos que
dispone.
Además, cualquier gestor organizacional, sea del ámbito público, privado o
social, sabe perfectamente que automatizar digitalmente una organización es un
primer paso continuado por muchos otros, y que antes de automatizar hay que
tener meridianamente claro qué mejorar, porque nunca el hecho de automatizar supone
un fin en sí mismo.
Pero igualmente, este gestor ha de priorizar que la relación entre las personas,
el gobierno y los diversos actores del estado se rija por criterios
de eficiencia, eficacia y efectividad medidos desde la perspectiva de los
ciudadanos.
Y por la misma razón, esta
preocupación dentro del espacio público y gubernamental no ha de ser menor, pues
los ciudadanos ya no esperan que las cosas, simplemente, ocurran, sino que lo hagan profundizando en su óptica individual,
conformando el conjunto de éstas el marco global de su ciudadanía.
Vistas así las cosas, el gobierno electrónico es un garante de
eficiencia, un promotor de la eficacia y un aliado clave en la efectividad
gubernamental. Casos no hay muchos, pero
los hay.
Un Gobierno Electrónico
responde a un modelo. El problema es el origen de ese modelo. En ocasiones se
identifica con un modelo de gobierno y/o con el modelo de estado.
Pero, y a veces más frecuentemente de lo esperado, este modelo responde a un
modelo tecnológico o al sistema que el servicio público construye en su
creencia de cómo debe responder el ciudadano a una serie de servicios computarizados.
En cualquier caso, el Gobierno Electrónico existe dentro de un modelo
de gobernanza, que define y condiciona la relación entre gobierno y
gobernados.
Y dicha gobernanza se regenera y co-crea continuamente con las propuestas y
evolución del Gobierno Electrónico.
Como consecuencia directa de la implementación de este modelo, se genera una política pública respetuosa con los ciudadanos, turistas e inmigrantes de un país.
Así, este marco debe concebirse de tal manera que conduzca y permita construir estructuras
claras de gobernabilidad materializadas en forma de políticas, servicios y
procesos orientados al ciudadano.
Por otro lado, la gobernabilidad también evoluciona de la mano del propio
Gobierno Electrónico. De no hacerlo, conceptos como la participación
ciudadana, la democracia participativa, el control ciudadano, entre
otros, quedan fuera de toda posibilidad seria de existir y manifestarse.
Por supuesto, gobernanza y gobernabilidad han de integrarse en el hecho de que las personas buscan vivir en un espacio
donde puedan desarrollarse. Pero, considerando que el Gobierno Electrónico debe aceptar
que no puede llegar a todas las personas, o que muchas personas libremente puedan
rechazarlo.
Además, es importante pensar que Gobierno Electrónico no busca ni una gobernanza digital y ni una una gobernabilidad informática de la ciudadania, mediante recursos tecnológicos.
Gobierno Electrónico busca un gobierno renovado tanto de su sentido de democracia, como en un profundo involucramiento y compromiso (no solamente de participación) de las personas en el gobierno.
Un Gobierno Electrónico ya no puede pensarse como un sistema cerrado.
El Gobierno Electrónico co-existe hibridado con ideas de gobierno digital,
gobierno en línea, gobierno informatizado, así como con otros conceptos de
innovación pública, modernización del estado, solo por nombrar algunos.
Por eso, el Gobierno Electrónico debe ser un concepto, un sistema y una
infraestructura socio-técnica abierta en todo sentido.
Esto va más allá de ideas de Open Government, Open Data, interoperabilidad en todos sus niveles,
"law-based and emerged from citizen's", entre otros.
El Gobierno Electrónico se justifica desde la ciudadanía.
En una realidad donde las personas ya estamos interconectadas y los gobiernos
observan muy pasivamente cómo sus ciudadanos se van cada vez más al sector
privado o piden privatizar servicios en pro de la eficiencia, porque son más
baratos o porque simplemente cuestan más pero consumen menos tiempo, el
Gobierno Electrónico debe replantearse su misión.
El Gobierno Electrónico se planifica a largo plazo fundamentándose en
estrategias consistentes y coherentes.
El Gobierno Electrónico actúa en el corto plazo con dispositivos y mecanismos
de gestión tecnológica y de rectoría política que resulten ágiles y veloces.
Y todo con el fin de responder a escenarios cambiantes.
Vivimos en un mundo VUCA.
Dicho de otra forma, el Gobierno Electrónico evoluciona y se mueve en
entornos Volátiles, Inciertos, Complejos y Ambiguos (VUCA).
Por ejemplo, los directivos del Gobierno Electrónico se renuevan a alta
velocidad, y los planes cambian sin seguir una política de estado. También las
TIC evolucionan más rápido de lo esperado, dejando obsoletos presupuestos y
políticas.
Aparecen, siguiendo con más ejemplos, retos de ciberseguridad, así como
problemas jurídicos de protección de datos, el cambio derivado de tecnologías
como la IoT o el blockchain, o simplemente las personas que habitan un país
existen como "ciudadanos digitales" en más de un país como parte de servicios que usan.
Además, no es lo mismo un Gobierno Electrónico nacido en la era de los grandes
ordenadores y complejos sistemas y de white-collar, al Gobierno Electrónico
contemporáneo de la era de las redes sociales, de internet, de la
estandarización, de un volumen creciente de ciudadanos preparados para usar las
TIC, y de personas que buscan por sí mismas soluciones exigiendo a un tiempo
rapidez y precisión en las respuestas que esperan.
Como
conclusión final, y sabiendo que cada lector podría ampliar estas ideas, cabe
preguntarse algunas cuestiones:
- ¿hasta cuando debemos aguantar que el Gobierno Electrónico es nada más
que que un asunto computacional?;
- ¿hasta cuando se debe seguir invirtiendo solamente en modelos de
gobierno de la tecnología que se deben o deberían aplicar?;
- ¿está realmente preparado el Gobierno Electrónico para responder al
nuevo ciudadano digital?
- ¿será posible que debamos aceptar que el Gobierno Electrónico está
desfasado ante el hecho tangible de que las personas lo superaron
informáticamente y digitalmente y ya no les interesa?;
- ¿será que los modelos de madurez de Gobierno Electrónico están
obsoletos, y no vemos que el Gobierno Electrónico aún no ha alcanzado su
madurez en un nuevo modelo de madurez amplio que incluye dimensiones
técnicas, gestoras, cívica y ciudadanas?;
- etc ...